Coleccionando vinilos - 57 - CAT STEVENS - "Teaser and the firecat" (1972)
Un disco clásico, una joya, uno de esos discos que no te vas a equivocar si lo pones en casa ya estés solo o con otra persona o un grupo de personas. Ya estés contento o triste, eufórico o deprimido.
Siempre hay algo que te va a ayudar en este disco, y es que casi podríamos decir que la voz de Cat Stevens es curativa.
Esta es una de esas joyas que encuentras en las tiendas de segunda mano y que dudas si realmente está en esta cajonera de vinilos a dos euros o un graciosillo lo ha colocado ahi por error.
Crees que no, ya que lo veo usado y los bordes del cartón desgastados y lo agarras firmemente mientras buscas otros discos. Pero hasta que no pagas no estás totalmente convencido de la ganga que acabas de comprar.
Con una sonrisa de oreja a oreja vuelvo a casa, pero con una mosca detrás de la oreja "seguro que está rayado y se para alguna canción",... Y por fin la felicidad es plena cuando el disco suena y todo suena tan bonito.
Os dejo con interesantes recortes de Elpais y de Alohacriticon.
Cat Stevens – Teaser
And The Firecat
Sello:
Formato:
Vinyl, LP, Album, Gatefold
País:
Fecha:
Género:
Estilo:
PistasOcultar
Créditos
A1
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The Wind
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A2
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Ruby Love
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A3
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If I Laugh
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A4
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Changes IV
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A5
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How
Can I Tell You
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B1
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Tuesday's Dead
|
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B2
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Morning
Has Broken
|
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B3
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Bitterblue
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B4
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Moonshadow
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B5
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Peace Train
|
Compañías,
etc.
Créditos
Muy interesante este artículo encontrado en ELPAIS.
EL PAIS. Gramola Galáctica: Teaser and the Firecat, 1971
Por: Marcos Ordóñez | 24 de enero de 2012
Me gusta
este dibujo. Me gustaba a los quince años y me sigue gustando, igual que el
disco que ilustraba: Teaser and the Firecat, de
Cat Stevens. Creo que el dibujo es del propio cantante. Me decía Santiago
Segurola el otro día: “Hay que reivindicar a Cat Stevens. Tea
for the Tillerman es
un discazo de la primera a la última canción. Y Sad
Lisaes buena de morirse”. Y mucho mejor que Lady
d'Arbanville, el tema estrella de Mona Bone Jakon (1970), que olía un poco a hippismo de
papel couché. Sad Lisa era el otro lado deLady d'Arbanville, el
descenso psicótico del personaje. Estoy de acuerdo en lo de Tea
for the Tillerman, pero el que da primero da dos veces, y Teaser fue el primer disco de Cat Stevens que
escuché, el que me llegó al alma.
Y me parece el mejor de su carrera, el más cuajado. Una máquina de hits.
Y me parece el mejor de su carrera, el más cuajado. Una máquina de hits.
Ya sé, ya
sé. Era un peligro estético que Cat Stevens te gustara entonces y sigue
siéndolo ahora, un poco amplificado por la cosa musulmana. En los 70, Cat
Stevens era, para muchos, una especie de caramelito exótico: morenísimo,
guapísimo, corazón de oro, sensibilidad a flor de piel. Era excesivamente
idóneo, provocaba una desconfianza instantánea. Lo comprendo: era el clásico
tipo que nos robaba las novias, como diría Albert Pla. Lo comprendo a medias,
porque más o menos lo mismo (quitando el exotismo) podría haberse dicho de Nick
Drake, pero Drake tenía el prestigio del suicidio (o de la muerte “en extrañas
circunstancias”, que siempre suena eufemístico ). ¿Era mejor compositor y mejor
letrista que Stevens? Desde luego. Pero también podía haber sido considerado un
niño mono, un sensible excesivo, y de hecho así lo veían no pocos de mis amigos
que, después de su muerte, le contemplaron de otra forma. Un suicidio ayuda
mucho, pero es mal negocio, sobre todo para el suicida.
A lo que iba: Cat Stevens entró, con James Taylor y Carole King, en el pabellón de los blandos, cuyos máximos portaestandartes, en esa época, eran los Carpenters. ¿Qué tenían que ver todos ellos? Digamos que gustaban a demasiada gente. Y gustaban, pecado tremendo, a nuestros mayores: eran melódicos o, como ellos solían decir, “no molestaban al oído”. Yo soy un rendido adorador de Taylor, de King, de los hermanos Carpenters, entonces y ahora. Y de Stevens.
De cuatro discos de Stevens, que hace en un plazo de otros tantos años, su época de oro:Tea for the Tillerman (1970), Teaser and the Firecat (1971), Catch Bull at Four (1972) yForeigner (1973). De estos dos últimos no me lo quedo todo: comenzaba a abrirse paso una cierta ampulosidad en la voz y en los arreglos. Luego, con Buddha and the Chocolate Box (1974), comienza el declive que precede a la retirada y a la conversión. Ya sabemos que cualquier converso es instantáneamente sospechoso de fanatismo, sobre todo si la conversión es islámica. Stevens dijo un par de chorradas peligrosas cuando lo de la fatwaa Rushdie, pero parece que ha sido muy feliz en su segunda vida y ha hecho feliz a mucha gente. Ese hombre parece estar en paz. Ya juzgarán cuando lleguen al final de esta entrada.
Hay un sorprendente retorno, más de treinta años después (cosa insólita), con An Other Cup (2006), bajo el breve y despistante nombre de Yusuf, pero ese es otro asunto. O no.
Si digo que el dibujo que ilustra estas lineas me parece una de las mejores portadas de la historia es porque, a mi juicio, expresa a la perfección el espíritu de Teaser and the Firecat: una rara pureza infantil al borde de la cursilería; cursilería (o ingenuidad desarmante) que también forma parte del bagaje de la infancia, por otra parte; de la infancia revisitada desde la adolescencia. Veíamos ese dibujo a los quince o dieciséis años, en nuestra primera adolescencia, y sentíamos que, en cierto modo, era una instantánea secreta de lo mejor (y un poco de lo peor) de nuestra infancia; algo que habíamos olvidado y de repente volvía plenamente. Lo sagrado, tal como lo entendieron los gnósticos, tiene algo que ver con eso. Una epifanía similar sucedió, cinco o seis años más tarde, con la portada de Qualsevol Nit Pot Sortir el Sol, de Sisa, sobre todo para las infancias catalanas: las fuentes de Montjuic coloreadas (revividas oníricamente) con anilinas: otra postal de la infancia, quintaesenciada.
En la portada de Teaser lo que mejor funciona, como maquinaria evocadora y quintaesenciadora, es el azul de ese cielo nocturno, y la luna blanquísima, y las ramas del arbol que asoman por encima de la valla. Esa luna y esa rama, movida por un viento invisible, son lo que tiembla en sus mejores canciones. La rama que tiembla es la voz de Stevens, pero también la segunda guitarra de Alun Davis, delicada como el encaje de una telaraña.
Luego está el agujero de la madera. Miramos por ese agujero, por ese resquicio, como por un catalejo o un caleidoscopio: el niño y el gato y la luna están, definitivamente, al otro lado de la calle. El gato es un daemon, como diría Philip Pullman (y Jung, que lo dijo antes). El daemon benéfico y protector del crío. Su alma, si prefieren. Los ingleses llamanginger cat a esos gatos: gato color jengibre. El jengibre era un elixir soñado, destilado por Enyd Blyton: pura esencia de infancia. Lo que los traductores de la señora Blyton llamaban "cerveza de gengibre", en delicioso error semántico, era el ginger ale que en España comercializó la casa Canada Dry. Nos moríamos por beber "cerveza de jengibre" y la teníamos al alcance de la mano pero no lo sabíamos. Yo no conocía a nadie que bebiera Canada Dry, esa bebida que nació en los años 30 a rebufo de la Ley Seca como un (dudoso) sustituto del alcohol.
A lo que iba: Cat Stevens entró, con James Taylor y Carole King, en el pabellón de los blandos, cuyos máximos portaestandartes, en esa época, eran los Carpenters. ¿Qué tenían que ver todos ellos? Digamos que gustaban a demasiada gente. Y gustaban, pecado tremendo, a nuestros mayores: eran melódicos o, como ellos solían decir, “no molestaban al oído”. Yo soy un rendido adorador de Taylor, de King, de los hermanos Carpenters, entonces y ahora. Y de Stevens.
De cuatro discos de Stevens, que hace en un plazo de otros tantos años, su época de oro:Tea for the Tillerman (1970), Teaser and the Firecat (1971), Catch Bull at Four (1972) yForeigner (1973). De estos dos últimos no me lo quedo todo: comenzaba a abrirse paso una cierta ampulosidad en la voz y en los arreglos. Luego, con Buddha and the Chocolate Box (1974), comienza el declive que precede a la retirada y a la conversión. Ya sabemos que cualquier converso es instantáneamente sospechoso de fanatismo, sobre todo si la conversión es islámica. Stevens dijo un par de chorradas peligrosas cuando lo de la fatwaa Rushdie, pero parece que ha sido muy feliz en su segunda vida y ha hecho feliz a mucha gente. Ese hombre parece estar en paz. Ya juzgarán cuando lleguen al final de esta entrada.
Hay un sorprendente retorno, más de treinta años después (cosa insólita), con An Other Cup (2006), bajo el breve y despistante nombre de Yusuf, pero ese es otro asunto. O no.
Si digo que el dibujo que ilustra estas lineas me parece una de las mejores portadas de la historia es porque, a mi juicio, expresa a la perfección el espíritu de Teaser and the Firecat: una rara pureza infantil al borde de la cursilería; cursilería (o ingenuidad desarmante) que también forma parte del bagaje de la infancia, por otra parte; de la infancia revisitada desde la adolescencia. Veíamos ese dibujo a los quince o dieciséis años, en nuestra primera adolescencia, y sentíamos que, en cierto modo, era una instantánea secreta de lo mejor (y un poco de lo peor) de nuestra infancia; algo que habíamos olvidado y de repente volvía plenamente. Lo sagrado, tal como lo entendieron los gnósticos, tiene algo que ver con eso. Una epifanía similar sucedió, cinco o seis años más tarde, con la portada de Qualsevol Nit Pot Sortir el Sol, de Sisa, sobre todo para las infancias catalanas: las fuentes de Montjuic coloreadas (revividas oníricamente) con anilinas: otra postal de la infancia, quintaesenciada.
En la portada de Teaser lo que mejor funciona, como maquinaria evocadora y quintaesenciadora, es el azul de ese cielo nocturno, y la luna blanquísima, y las ramas del arbol que asoman por encima de la valla. Esa luna y esa rama, movida por un viento invisible, son lo que tiembla en sus mejores canciones. La rama que tiembla es la voz de Stevens, pero también la segunda guitarra de Alun Davis, delicada como el encaje de una telaraña.
Luego está el agujero de la madera. Miramos por ese agujero, por ese resquicio, como por un catalejo o un caleidoscopio: el niño y el gato y la luna están, definitivamente, al otro lado de la calle. El gato es un daemon, como diría Philip Pullman (y Jung, que lo dijo antes). El daemon benéfico y protector del crío. Su alma, si prefieren. Los ingleses llamanginger cat a esos gatos: gato color jengibre. El jengibre era un elixir soñado, destilado por Enyd Blyton: pura esencia de infancia. Lo que los traductores de la señora Blyton llamaban "cerveza de gengibre", en delicioso error semántico, era el ginger ale que en España comercializó la casa Canada Dry. Nos moríamos por beber "cerveza de jengibre" y la teníamos al alcance de la mano pero no lo sabíamos. Yo no conocía a nadie que bebiera Canada Dry, esa bebida que nació en los años 30 a rebufo de la Ley Seca como un (dudoso) sustituto del alcohol.
Podríamos
atisbar ese otro lado por la brecha de la valla, pero el agujero está a la
altura precisa, como el color del cielo y el exacto tamaño de la luna. Y las
cuatro o cinco estrellas: no hacen falta más. No hay desbordamientos. Ese niño,
por cierto, reaparecerá en otra canción de Stevens: The
Boy With the Moon and the Stars on His Head, de Catch
Bull at Four, su siguiente disco.
La
chistera es lo que le da al niño el toquecito chichi: asoma ahí el lado
relamido del artista. En este sentido, insisto, la portada es muy completa. La
rara pureza y el temblor impregnan The Wind, How
Can I Tell You, If I Laugh y Moonshadow. (Me pregunto,
por cierto, si Warren Zevon tenía The Wind de Stevens en un rincón de su cabeza o
de su corazón a la hora de componer la suya). La sombra de la luna y el
repiqueteo rítmico de las patas de la araña se extienden sobre Tuesday’s
Dead y Bitterblue.
La canción más popular del disco fue, sin duda, el himno Morning
Has Broken: preciosa melodía, pero ahí el niño está haciendo
volatines con la chistera y se le hunde el piececito en el jarabe, lástima.
Si he de elegir una canción del disco me quedo con The Wind, la más minimalista, la menos conocida, a la que se le ha hecho menos justicia. Pero la oiremos en la voz del Cat Stevens de 60 años. O sea, en la voz de Yusuf. Mucho más sabia y conmovedora que en el disco original. E incluso mejor cantada. Es un viaje sorprendente al otro lado de la valla.
Si he de elegir una canción del disco me quedo con The Wind, la más minimalista, la menos conocida, a la que se le ha hecho menos justicia. Pero la oiremos en la voz del Cat Stevens de 60 años. O sea, en la voz de Yusuf. Mucho más sabia y conmovedora que en el disco original. E incluso mejor cantada. Es un viaje sorprendente al otro lado de la valla.
Precioso videoclip para uno no menos preciosa canción.
Y por último, os dejamos con el gran trabajo de ALOHACRITICON para hablar de este disco y de la vida del artista:
ALOHACRITICON
“Teaser
& The Firecat” es una de las grabaciones más importantes del cantautor Cat Stevens, quien muestra su sentir sobre el mundo y el amor en
clásicos como “The Wind”, “If I Laugh”, “Morning Has Broken” o “Moonshadow”.
Maestro
en baladas, emplea en sus texturas folk pop puntuales sonidos caribeños o
étnicos con piezas cerebrales, sentimentales…
Su
dócil guitarra acústica junto a la de Alun Davies se ensancha con la
instrumentación folk griega que le retrotrae a sus ascendientes en “Rubylove”,
con los reflexivos teclados del propio Stevens y de unno acreditado Rick Wakeman, o con los hermosos arreglos de cuerda de Del Newman.
Todo ello ordenado por la producción de Paul Samwell-Smith, antiguo componente
del seminal grupo The Yardbirds.
“If
I Laugh” y “How Can I Tell You” (probablemente la mejor y más infravalorada
balada del álbum), prodigiosas en su sensibilidad transmitida con bellas
melodías, junto a éxitos como “Morning Has Broken”, “Peace Train” o
“Moonshadow”, son parte de un estupendo disco de temática esencialmente
romántica que no desdeña sus habituales materias sociales y espirituales.
El
bonito dibujo de la portada es obra del propio Cat Stevens.
BIOGRAFIA EN ALOHACRITICON
Sensible
cantautor folk-pop británico, maestro en la escritura de melodías de sonidos
acústicos. Cat Stevens (de nombre real Stephen Demetre Georgiou) nació el 21 de
julio de 1947 en Londres (Inglaterra). Su padre era un inmigrante griego que
poseía un restaurante en la capital británica. Su madre era de nacionalidad
sueca.
Estudiante
de arte de la Hammersmith College, Cat comenzó a actuar en diversos locales y
centros universitarios londinenses, exhibiendo su buen hacer folk-pop bajo el
apelativo de Steve Adams.
Tras
una actuación recibió las felicitaciones de Mike Hurst, miembro del grupo The
Springfields.
Hurst
le recomendó a la Decca y Tony Hall, tras rebautizarlo como Cat Stevens, firmó
un contrato discográfico para grabar su primer sencillo en el subsello Deram.
La canción, escrita por Stevens y producida por Hurst, fue “I Love My Dog”, un
single que en 1966 alcanzó el puesto 28 en Gran Bretaña.
Convertido
en una celebridad de la noche a la mañana, Cat alcanzó el número 2 con “Matthew
And Son” en el año 1966 y el número 6 “I’m Gonna Get Me a Gun” en 1967.
Su
álbum debut, “Matthew & Son” (1967), producido por Mike Hurst, con unos arreglos y sonido
más pop que folk, cosechó un gran recibimiento popular y crítico, llegando al
número 6 en las listas de LPs.
Junto
a estas canciones Stevens también logró notoriedad con excelentes temas
escritos por él y grabados por los Tremeloes (“Here
Comes My Baby”) y P. P. Arnold (“First
Cut Is The Deepest”). Estos triunfos comerciales afianzaron la celebridad
compositiva del gran cantautor inglés.
Su
siguiente disco, también de esencia pop, “New Masters” (1967), a pesar de su calidad no logró vender muchas copias,
lo que supuso una decepción contrastada con su inicio como músico profesional.
A pesar de ello, singles como “Kitty” consiguieron cierta repercusión en los
medios.
Lo
peor para Cat Stevens fue que en esta etapa contrajo la tuberculosis, hecho que
marcó su sentido existencial tras un largo período de convalecencia en donde
comenzó a otorgar a su vida un enfoque más espiritual e introspectivo.
Cuando
se recuperó de la enfermedad, Cat firmó en 1970 con el sello Island y publicó
el sencillo “Lady D’Arbanville” (número 80). Su música cambió a texturas más
desnudas y folkies, sin perder su sensibilidad melódica.
El
primer LP de esta nueva época fue “Mona Bone Jakon” (1970), producido por el ex miembro de los Yardbirds,
Paul Samwell-Smith, su colaborador en los siguientes discos, los mejores de su
carrera, en los que también aparecía el guitarrista de sesión Alun Davies.
Jimmy
Cliff grabó con éxito el tema de Cat, “Wild World”, que el mismo Stevens
incluía en su siguiente disco grande, “Tea For The Tillerman” (1971), un estupendo álbum con temas como “Father And Son” o
la soberbia “Hard-Headed Woman”.
El
disco llegó al puesto 20 en Inglaterra y consiguió resonancia en los Estados
Unidos por primera vez en su trayectoria. El magistral “Teaser And The Firecat” (1971), con otra hermosa portada dibujada por Stevens y
cortes sensacionales, prodigiosos en su sensibilidad y belleza, como “How Can I Tell You” o “If I Laugh”, le llevaron al número 3 en Gran
Bretaña y al número 2 en los Estados Unidos, país en donde fueron incluso mejor
recibidas sus composiciones, con excelente acogida a singles como “Peace Train”
y “Morning Has Broken”.
“Catch Bull At Four” (1972), número 1 en los Estados Unidos y número 2 en
Inglaterra, contenía temas como “Sitting”, “The Boy With a Moon And Star In His
Head” o “Can’t Keep It In”. Su talento para la melodía folk pop se nutre en
esta ocasión de elementos más rugosos y heterogéneos, conformando otra gozosa
travesía para el amante de sus composiciones.
Poco
después de abandonar el Reino Unido para instalarse en Brasil publicó otro
disco importante, “Foreigner” (1973), primer álbum producido por el propio Cat
Stevens, más experimental y ambicioso, que contenía una famosa suite inicial.
Sus
preocupaciones existenciales se acentuaban, al igual que sus planteamientos
religiosos y espirituales, donando parte de las ganancias de sus discos a
organizaciones sociales, en especial la parte de impuestos que dejó de pagar al
fisco británico tras cambiar de residencia.
La
trayectoria de Cat Stevens a lo largo de la década de los 70 fue un continuo
éxito. “Buddah And The Chocolate Box” (1974), LP que incluía el single “Oh Very
Young” y volvía a ser producido por Paul Samwell-Smith, retomaba las pautas de
sus mejores pasajes sonoros.
El
conceptual “Numbers” (1975), “Izitso” (1977), álbum en donde ya afirma que
“jamás quise ser una estrella”, y “Back To Earth” (1978), fueron trabajos que
alcanzaron una notoriedad estimable a pesar de sus inferiores resultados
artísticos.
En
la época de este último album, Cat Stevens, que fue introducido en la lectura
del Corán por su hermano David, se rebautizó como Yusuf Islam, nombre que
adoptó tras convertirse a la religión musulmana, renegando de la industria
musical como negocio, abandonando su carrera como autor discográfico y
dedicando su vida al estudio espiritual y a la gente más necesitada, subastando
gran parte de sus bienes (entre ellos todos sus instrumentos musicales) y
creando centros de caridad y educativos islámicos.
Después
de un período de silencio, a finales de la década de los 80 la figura de Yusuf
Islam causó un fuerte impacto en los medios de comunicación cuando apoyó la
sentencia de pena de muerte del Ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie por la
publicación de “Los Versos Satánicos”, que establecían una revisión crítica al
Corán. Muchas radios dejaron de emitir sus composiciones en señal de protesta y
miles de fans quedaron totalmente desconcertados con las declaraciones de
Yusuf, especialmente por el contraste con el mensaje de sus textos previos.
Como
respuesta a estas reacciones adversas, el antiguo cantautor culpó a la prensa
de manipular sus declaraciones.
Al
margen de esta polémica y en un plano estrictamente compositivo, Cat Stevens
permanecerá como una de las personalidades musicales más importantes y
significativas surgidas en el Reino Unido a finales de la década de los años
60.
En
el año 2006 regresó al mundo del pop grabando como Yusuf Islam un nuevo disco
al que tituló “An Other Cup”.
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